Estamos acostumbrados al cuidado en la elección de las especies elegidas para nuestro parterre, los riegos que necesita, marcos de plantación y otras condiciones, pero a veces no le damos importancia a lo que es el epicentro del fundamento de la jardinería, el suelo o sustrato.
El suelo o sustrato no es sólo donde se apoya la planta, es un medio que no debe ser substituible o reemplazable por otros medios. Es el fundamento de la vida. La vida microbiana tiene tanto peso en la Naturaleza, que su desequilibrio hace perder cosechas y puede dar lugar a suelos improductibles.
Cuando hablamos de jardinería, son prácticamente inevitables las mejoras del suelo o sustrato para crear composiciones espectaculares, pero, ¿y cuándo hablamos de plantas en macetas?
Es por eso que siempre recomiendo preguntar al profesional que tipo de sustrato conviene a las plantas elegidas. Porque no a todas le gusta el mismo.
Los componentes principales del sustrato son arcilla, limo y arena.
La arcilla proporciona adsorción del agua y concentrado de iones (elementos que después serán los nutrientes). El limo proporciona textura fina y nutrientes. Y por último, la arena, de barranco, proporciona la capacidad de drenaje.
La materia orgánica, humus, proporciona la vida microbiana y le da estructura al sustrato.
La mayoría de las veces podemos encontrar sin ningún problema sustratos con gran concentración de materia orgánica o tierras mejoradas de jardín en los establecimientos especializados.
En cualquiera de los casos, apostar por la calidad del producto nos va a evitar problemas futuros y nuestros trabajos de aportes ecológicos, mantillos, estiércol muy seco e incluso los pequeños añadidos de compostajes caseros que hagamos nos va a librar de muchos problemas futuros. No debemos olvidar que la única opción de nutrirse que le ofrecemos a nuestras plantas están en esas pequeñas macetas donde las instalaremos. Seamos generosos con nuestras amigas.
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